En este principado electrónico, donde todo se rige por conceptos como pureza, elegancia y devoción por la música, se admira a gente como ellos, capaces de sacrificar sus mejores años por aportar su grano de arena a la causa. Este Loosh, publicado en EXPmental, compuesto por Frink, fluye como un río, y es casi una pieza monolítica de exactitud y pulcritud. Compuesto por dos tracks originales, este EP se abre con el track homónimo, y lo hace transportándonos a un viaje progresivo, marcado por un potente bassline, que se va abriendo a medida que avanza, pero sin llegar al apogeo, manteniéndonos en una tensión e intensidad constante.
Los tracks que recorren este disco demuestra la particular manera de Frink de entender el sonido, situado a las antípodas de lo comercial, de lo genérico, de lo que funciona: lo que hace es, por el contrario, una especie de magma inestable de pulsaciones y resplandores, de esbozos melódicos y difuminado de texturas, persiguiendo una expresión tranquila, espiritual, casi ascética. Todos esos lenguajes e influencias de los que se nutrió dialogan en este disco, creando organismos sonoros nuevos, distintos y altamente evolucionados.
La idea que impulsa este disco, nos remite a uno de los atributos cruciales de la música, y es su inagotable capacidad para generar estados de ánimo que nos custodien en todo momento. Su sentido queda en manos de los amantes de la música electrónica, más allá la pista de baile y de todo hedonismo.
Loosh se puede y se debe escuchar como una rodaja de música atemporal, que transmite una idea positiva en tiempos de conflicto, y su estética apela a lo más básico, profundo y receptivo del espíritu. Frink, en definitiva, diseña un sonido amplio y frágil para escuchar y sentir desde lo más hondo.
El dominio del lenguaje de Frink es total, y aquí han vuelto a profundizar en el pasado para inspirarse en otra línea, más contundente y melancólica, pero no menos evocadora. Con todo, podemos decir sin asustarnos, que este Loosh está al borde de la excelencia.
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